La casa de Bernarda Alba
Es una obra caracterizada por la similitud entre la realidad costumbrista de la época y el conflicto que se presenta entre sus personajes. Bernarda, tras la muerte de su esposo, decide someterse a 8 años de luto y sus hijas Amelia, Angustias, Magdalena, Martirio y Adela sufren las consecuencias de la decisión de su madre. Posteriormente, se desencadena el conflicto entre tres de las hermanas, pues, en su búsqueda de libertad se enamoran de Pepe el Romano, quien era el prometido de la hermana mayor (Adela).
Durante la representación, partiendo de los fragmentos elegidos, predomina un ambiente de tensión a raíz de la represión, envidia, la hipocresía entre las clases sociales, odio, rencor, apariencias y poder. El enclaustramiento en la obra se refleja en la falta de hombres y la pasión de todas por el mismo. A medida que van transcurriendo los hechos, la obra nos adentra, de sumisa y disimulada, en las almas de los personajes, involucrándonos en sus sentimientos, preocupaciones y desasosiegos.
Un elemento fundamental en la obra es el silencio, verbigracia al inicio, luego de la conversación entre Martirio, Adela y Magdalena, en relación al futuro matrimonio de Pepe y su hermana mayor, donde se deja percibir la atracción y la lujuria secreta que existen por parte de ellas, originando cierta tirantez en el hogar. Por otro lado, otro fragmento en el que el componente silencio se expresa es en el desenlace, puesto que, tras la muerte de Adela, Bernarda exige que sea recordada como casta e inocente lo cual vuelve a desencadenar un silencio demostrando la insatisfacción, desilusión e intriga por parte de sus hermanas.
La imagen de Bernarda siempre está bajo la tutela del orden, las normas, lo correcto según su sensatez y la manera en que las hijas deben actuar y reaccionar dándonos por sobreentendido su alta posición jerárquica en el hogar. Actos como tirar el abanico, gritar y golpear el bastón dejan en evidencia que su manera de expresarse es prepotente, impetuosa, sin titubeos y sin vacilar.
Angustia, a pesar de ser la mayor, es la más sumisa, no se siente feliz en su casa e indudablemente busca algo más allá del amor de Pepe el Romano… la libertad. Su insatisfacción demuestra que el verdadero objetivo de su desposorio es escapar. Por otro lado, para sus hermanas es la que ha tenido más poder y dicha. El juicio que desvaloriza la postura de Angustia como mujer es considerarla vieja, poco atractiva, y cuyo único interés por parte de Pepe Romano al unirse en matrimonio es el dinero que posee por la herencia de su padre. Su expresión siempre está acompañada del desánimo, la pesadez, la nostalgia y desilusión; una frase que expresa claramente los que desea es: “Afortunadamente pronto voy a salir de este infierno"
Adela es un personaje rebelde que no piensa estar bajo las órdenes de Bernarda. Rompe los esquemas de una mujer recatada, desafía a su familia y es capaz tener una aventura con el novio de Angustia. Su expresión está cargada de fuerza, de lucha, ganas de salir adelante sin importar lo que suceda. Adela a Martirio: “Esto no es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme. El brío y el mérito que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío, lo que me pertenecía”.
Martirio está enamorada de Pepe y encuentra el momento perfecto para hacerle daño a su hermana Adela diciéndole que ha muerto: “Se acabó Pepe el Romano”. Es un personaje lleno de odio y resentimiento. Sus palabras están acompañadas de ironía, misterio, sabe lo que pasa y sin decir nada busca la forma de molestar e incomodar.
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